Resiliencia


Dos apellidos se pierden para siempre en el mármol. Uno era lluvioso y recto como la tarde; el otro, consideraba el calor de mayo como su nuevo hogar. Membrillo y plátano con pan, ese ambiente mortecino que pesa en las manos que sujetan un rosario. Amarillo. Los dos amarillos, y tan diferentes entre sí como la caída del agua. Puestos juntos. Yéndose en orden y a la misma hora. Primero los mayores, luego ya los demás. Veinticuatro horas de guardar, todo en un mismo silencio. ¿Lo estamos haciendo bien?
Soy culpable de este encuentro entre la lágrima y el alivio. Tengo que recurrir a la memoria, esa que tanto necesitábamos, para poder salvar tu medio cuerpo.
Entretanto cantabas y llorabas, con la tele de fondo. Yo me escondía, pero siempre encontrabas la manera de invocarme una nueva orden, y romper el hechizo de tu tanta humanidad. Tengo que recurrir a la infancia, al mandil de cuadros y la viña roja. Tengo que imaginarte tratando de reunirnos otra vez bajo la sombra de un ciprés.
Vuestro tiempo es nuestra memoria, nuestra memoria, el legado. Prometedme que no duele cuando partís hacia la nueva tierra. Que es todo tranquilo como una linde, y no hace falta más. Prometedme que sois rojos como las peonzas que giraba entre mis dedos cada vez que iba a veros. Decidme que sois movimiento, que no hace falta el apellido. Que consiste en abrirse paso, y basta la resiliencia.
Prometedme que me perdonáis.
Y esperadme.

Comentarios

  1. Me encanta el significado de resiliencia, no lo descubrí hasta hace poco...que me lo explicaron por todo lo que me estaba pasando y como lo afronté. Te dejo un beso grande y te espero, por supuesto. Me encanta leerte.

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  2. Me estoy leyendo todas tus entradas como una loca! Me encantan :))))!
    Abrazos,
    Pat

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