Despierto.





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Despierto.
Me incorporo de la cama jadeando y arrugando las sábanas entre mis dedos.
Sudor frío. Ella no está a mi lado, en su lugar quedan las marcas impresas de su cuerpo en el colchón y el leve rastro de su aroma en la almohada.
Trato de tranquilizarme, sólo ha sido una pesadilla. Me froto los ojos armados de agujas e hinchados por el sueño. Sólo ha sido una pesadilla. Cálmate.
Bóreas se ha callado, ahora no hay mayor ladrón ahí fuera que la oscuridad, que se ha tragado la luna llena dejándola en nueva y se ha llevado a su paso las farolas de la calle. El reloj marca las cuatro y once minutos.
Entonces escucho caer el agua de la ducha y se me escapa una sonrisa cuando reconozco la voz que proviene del cuarto de baño. Me levanto y afronto con exacerbación la mordedura congelada del suelo en mis pies descalzos. Su voz clara y diáfana va creciendo conforme me acerco, y todas y cada una de las notas de aquella melodía cadenciosa van llenando poco a poco el vacío oscuro que ha cavado en mí la maldita pesadilla. Su voz se apaga cuando llamo a la puerta, no hay respuesta al otro lado pero todavía puedo escuchar el ronroneo del agua al caer. Abro en una pregunta y su nombre se pierde en el aire…
Frío. El espejo ni siquiera está empañado con el vaho característico de la canícula enfrentada al invierno y no hay ropa tirada en ninguna parte. Al fondo percibo su silueta, turbia y exangüe, hilvanarse contra la mampara. Me acerco y la llamo otra vez, tañendo su nombre en una pregunta débil. Nada. Me responde el agua.
Abro el cancel de la ducha y mi mano se detiene aferrada en el tirador como el resto de mi cuerpo y la mitad de mi alma, presas ahora de unos segundos, horas, o días que pasan brutalmente despacio. El agua, gélida y ligera, se escurre entre mis pies al verse libre; pero yo no me doy cuenta, no puedo apartar la mirada de ella, que yace en el suelo desnuda. Sus piernas se extienden inmóviles hacia mí como naturaleza muerta y sus brazos caen a ambos lados del cuerpo sin vida. Sus manos pequeñas se abren hacia el techo como flores blancas pidiendo clemencia y su pelo, empapado, cubre sus hombros de mármol laqueado. En su cuello brillan las marcas purpúreas de los dedos que la han estrangulado y sus ojos, inyectados en sangre, me miran sin ver. Piedra mojada, fría y muerta. Ya no le brillan las pupilas…
Retrocedo con la garganta agujereada por la angustia, la cabeza me da vueltas y me pitan los oídos. Sus ojos siguen los míos en silencio acusador, su mano se cierra y señala las mías, que están carbonizadas. Choco contra el lavabo y el miedo me sacude varias arcadas mientras ella levanta su brazo y señala mi boca esta vez. Giro la cabeza hacia el espejo y desde el otro lado me sonrío con dedos en lugar de dientes.

Comentarios

  1. No sé qué hacer primero, si aplaudir de nuevo a la R.A.E que habita en tu cerebro o si odiarte un poquito por escribir tan bien.

    Que cuando llegué a la última línea tenía un escalofrío saltando entre los discos de mi espalda!

    Genial, Neeze, como siempre.

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  2. Qué malas son las pesadillas,
    pero me quedo con la buena sensación que deja despertar acompañada :)

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  3. Primero me aturdes y conmueves con la presentación de una nueva y bellísima espalda. Después me llevas de frase en frase, de línea en línea; embobado, rebotando de párrafo en párrafo e intentanto agarrarme a cada idea, a cada sugerencia, para no ser irremediablemente arrastrado. La cosecuencia es que termino en el punto final: agotado, pero feliz.
    Un besso.

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  4. ODIO las pesadillas, no me gustan nada uuuuf, eso si, despertarse acompañada la disuelve por completo :)

    Beso!

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  5. más bien diría que se trata de una generosidad contradictoria. Gracias.

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  6. ¡Qué angustia! Esa sensación de pensar que te has despertdo pero aún sigues sumida en ella, cómo la noche es capaz de engañarte.

    Contenido aparte, me maravilla tu manera de escribir. Esos adjetivos que colocas de manera perfecta para que el espectador sepa exactamente qué quieres contar. Mi reserva de palabras se queda mucho más atrás... Te felicito, ¡sigue así escritora!

    Besos :)

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  7. Hmm... es como sentirse perdido en un mal sueño y no poder sentir con certeza cuándo acabará.
    Me aturde esa sensación... me... da escalofríos.

    Me impactó el final, tal vez porque pude imaginarla también en el suelo. Muerta y viva al mismo tiempo.

    Las pesadillas que te congelan en un estado de shock temporal son las peores, apenas comienzan cuando piensas que se acaban. Es como soñar un sueño dentro de otro sueño...

    Tal vez por la imagen que se me dibujó en las pupilas o por la forma de redactarlo, tendré miedo de quedarme enganchada en algún sueño.

    Un abrazo Neeze

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  8. Me gusta mucho esa frontera entre el sueño y la vigilia... tus palabras en mi blog son muy generosas... Milgracias... por cierto Satie lo he descubierto gracias a ti... Ciemmil gracias

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  9. Ey! Graciaas por pasar y... don't worry
    Con que te hayas pasado, para mí, es mucho!!
    En serio, gracias por la crítica.
    Tte espero más veces por mi blog.
    Por cierto, muy bien escrito lo último!

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  10. dios mío, clone. ¿Sabes por qué no me gustan las historias de miedo escritas? Porque no me afectan. No me provocan nada.
    Tú me has sacado un escalofrío y un latir desacompasado. Chapeau. Me quito el sombrero de nuevo, querida ^^

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  11. No me gustaría grabarme esa imagen en el cerebro :S

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  12. Gran escena y situacion que has logrado crear a traves de palabras.
    :)

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  13. Y yo, que a veces encuentro placer en las pesadillas más horribles...

    Qué bien descrito, sí señora :)

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  14. UF...


    ("Nada. Me responde el agua.")

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