Mirad como camina. María nunca ha sido de esa clase de mujeres perseguidas por las miradas de los hombres, nunca ha levantado pasiones con un solo pestañeo, ni ha desarmado a nadie con su perfume o con el gracioso movimiento de su vestido, nadie se ha parado a escuchar todavía la música de sus tacones. A decir verdad, María nunca ha recibido flores, nadie le ha dedicado una canción ni escrito un poema. Ni siquiera le han susurrado un te amo al oído.
Siempre se ha dicho que el amor tan solo llega una vez en la vida, a veces no llega nunca o como en el caso de María, se ha creído que ha llegado pero tan solo es un espejismo que se desvanece con el tiempo. Pero miradla, miradla caminar, desdichada, ¡cuántos labios habrán acariciado su cuello!¡cuántas manos habrán recorrido su cuerpo, su pelo, sus piernas! Y ninguna de ellas la ha hecho suspirar. ¿Él? No. Él era tan solo uno más, no nos engañemos. Yo lo sé, ella lo sabe, vosotros lo sabéis ahora, pero él lo supo siempre.
Observad a María, ahora está sola pero libre. Sin saber cómo, ha ido a parar a una de las calles más antiguas de París. Camina con la cabeza bien alta, el pelo suelto y una sonrisa en la cara; aunque nadie la esté mirando, ella sonríe. Aunque por dentro esté hecha polvo, ella sonríe. Aunque no tenga motivos para ello, ella sonríe.
Y no lleva maletas, no las necesita; tampoco un mapa con el que guiarse, tan solo un bolso rojo bajo el brazo, un pasaporte y la tarjeta de crédito. Nadie se fija en ella pero yo digo que es preciosa…
Esperad.
Algo ha cambiado. Sí, lo noto. Es apenas perceptible pero algo es diferente ahí abajo: el aire se estremece, las casas desgastadas cambian de color, esa nube parece más dulce y el cielo más azul… París... perdonad que me ría pero París nos está hablando.
¿Veis eso? El humo de mi pipa baila con mis palabras, algo va a suceder, lo sé.
Mirad.
María tropieza y el tacón de su zapato se tuerce, es entonces cuando pone esa cara de sorpresa que a mí tanto me gusta y en un movimiento reflejo se agarra a la chaqueta de un señor. Levanta la vista azorada y mira a su salvador. Él la mira a su vez y en ese momento el tiempo se detiene. ¿Lo veis? A María se le han entreabierto los labios, puedo sentir su escalofrío y oigo perfectamente el ritmo acelerado de su corazón.
Lejos, muy lejos, un perro ladra, unos niños pasan corriendo y un acordeón vuelve a cantar. Los relojes vuelven a sacudir las horas y ella baja la vista avergonzada.
—Perdón.
El hombre, embobado, la suelta. Ella se alisa el vestido y con una tímida sonrisa se da la vuelta dispuesta a irse, pero él la coge de la muñeca.
—Merci.
—¿Qué?
María lo mira asombrada. Él sonríe.
—Merci pour apparaître dans ma vie.

Mirad a María. Vuelve a ser una niña. Ella no lo sabe todavía pero pronto empezará a recibir flores y escuchará un je t´aime de esa voz aterciopelada que acariciará su oído.
Miradla, está sonriendo de verdad y es una sonrisa tan natural y plagada de alegría la suya, que me hace sonreír a mí también.
Mientras cae la tarde, me apoyo contra la barandilla y veo cómo los dos se alejan por las desgastadas pero mágicas calles de París. Mi taza de café tiembla entre mis dedos y me doy cuenta de que en menos de una hora empezará a llover. Me río a pleno pulmón y me pregunto cómo se las arreglarán aquellos dos para no mojarse… o si no les importará.

Comentarios

  1. Jolín, hablando de talento!

    Me encanta que María se haya tropezado :)
    No es necesario que llame la atención de los hombres por la calle, basta con llamar la atención del adecuado :)

    Un besito!

    ResponderEliminar
  2. En este caso, yo me identifico más con la potencial nube de humo, porque a veces parece que esté en otro mundo...

    Tu texto me ha recordado un poco a la última novela de Murakami, "After dark", sobre todo al primer capítulo, en el que el narrador es un personaje ausente que lo observa todo pero no tiene poder de actuación.

    Me gusta María, y su sonrisa que sólo se alimenta de sí misma, y me alegro de este encuentro inesperado, se lo merece :)

    ResponderEliminar
  3. Eso, ni en las pelis.
    (si llueve, a meterse debajo de un portal y a darse calor con un abrazo de esos densos)


    ¡miau!

    ResponderEliminar
  4. Como ya te dije, es precioso, me encanta como escribes :)

    Te pongo en favoritos, mua! Bonita <3

    ResponderEliminar
  5. Una de esas grandes casualidades que nos cambia.
    Y pensar que nuestra vida puede cambiar en uno de esos momentos...

    ResponderEliminar
  6. Perdida entre tus letras...volveré para encontrarme...
    Besos

    ResponderEliminar
  7. ARTISTAZAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA!!!

    Dios, qué grande eres.
    Y qué poco tiempo tengo yo para comentar xD

    Perdóname. Otro día me vuelvo a pasar ;)

    (L)

    ResponderEliminar
  8. los bolsos rojos juegan con la difracción y hacen que los labios se paren de puntitas en el tiempo...

    ResponderEliminar
  9. Me ha encantado la pintura y ver como juegas con las palabras. Tus cambios son impresionantes...

    besotes de esta peke.

    pd. te espero por mi ricon con tu taza de cafe caliente, si gustas...

    ResponderEliminar
  10. "...creo que no les importó la lluvia..."

    linda forma de escribir....realmente cambiaste mi día gracias....peace!

    ResponderEliminar
  11. Me gusta lo que escribes aquí porque retratas muy bien los sentimientos o circunstancias de una mujer.

    He de reconocer que tu blog me ha sorprendido gratamente, así que volveré por esta tu casa e
    Un afectuoso saludo

    ResponderEliminar

Publicar un comentario