La última parada




Te dije que no iba a ser fácil,
no vi que en tus ojos se agazapaba la duda
ni que tus manos esperaban a la propia espera.
Yo esperaba ser Atlas, ponerme el mundo
por hombrera sin la fuerza y la rabia
que da que te castiguen tus dioses.
Ahora entiendo a los metros de Madrid
con sus metros bajo tierra, y el óxido
entre las venas y la prisa por llegar.
Hay un desfibrilador a cada esquina,
para los que se van a despedir de alguien
y se arriesgan a una parada,
desde una parada, hacia otra parada,
y luego otra y luego otra.
Hay un mapa en cada estación
por si necesitabas un plano,
o mejor,
                                   un plan
con el que montar tu huida.

La boca del metro y mi boca
fueron tu último beso, no lo sabes
pero se vació la noche por llenar aquello.
El dolor es como un eclipse, porque no hace ruido
y se ve rojísimo aunque se haya tapado.

Lo peor es entenderte desde aquí,
desde el otro lado del silencio
me pareció escuchar el chasquido
de algún hueso, y a Atlas llorar muy quieto.
Los dos esperamos desde entonces
la caricia de un metal en nuestro pecho,
el peso que nos desmitifique
el paso de estaciones
la última palabra
                parada

Comentarios

  1. Hay un desfibrilador a cada esquina,
    para los que se van a despedir de alguien
    y se arriesgan a una parada,
    desde una parada, hacia otra parada,
    y luego otra y luego otra.

    Este verso me ha encantado.
    Un abrazo grande.

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  2. Si tuviese que elegir entre ver mi vida en un mapa o escapar hacia ninguna parte sin duda escapar. Correr y no coger un metro con destino concreto. El desfibrilador es algo muy serio que a todos nos hace falta de vez en cuando.

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